Ubicado en el corazón de la Costa del Sol, en el municipio de Mijas, entre las localidades de Marbella y Fuengirola, se asienta uno de los campos más antiguos y clásicos del área: Miraflores Golf, que celebra este año sus bodas de plata.

Diseñado por el italiano Folco Nardi, que también ideó los trazados de Guadalmina Norte y Lauro en la Costa del Sol, Miraflores Golf se inauguró en abril de 1990. Más de la mitad de las acciones que salieron a la venta fueron compradas por una empresa de Sudáfrica que estaba  desarrollando propiedades en la urbanización Miraflores. En 1998 los propietarios de la compañía ofrecieron vender el campo a los socios del club de golf, que aceptaron la propuesta y lo adquirieron.

Es éste un club muy popular, entre otras cosas porque los precios de juego son, si no los más bajos, uno de los más bajos de la zona. Los visitantes son igual de bien recibidos  y tratados que los socios del club.

Con el paso de los años Miraflores Golf ha sido objeto de numerosas mejoras, tanto en lo que respecta a la casa club como al campo, cuyos dieciocho greenes han sido rehechos en los últimos tres años como parte de un programa de mejoras permanente.

La Junta Directiva del club tiene previsto realizar nuevas actuaciones como parte de un plan de cinco años que incluye la mejora de la casa club tanto en el interior como en la terraza exterior.

El campo también se beneficiará de las mejoras en lo que atañe al drenaje de las calles, jardinería, nuevos bunkers y renovación de maquinaria.

El mantenimiento y la adecuación constante a las formas de juego actual han convertido a Miraflores en un atractivo y ‘moderno’ campo de golf. Destaca el diseño de dos lagos y los dos tees elevados del 14, que convierten esa salida en un auténtico desafío.

Es un campo corto: desde las barras amarillas tiene 5.148 metros, pero es un recorrido que ofrece muchas dificultades y donde hay que pensar muy bien cada golpe.

Tiene calles estrechas, pero en general no muy difíciles porque están hechas como en U, por lo que la bola tiende hacia el centro.

No es, por otra parte, un campo de muchas cuestas. Se puede perfectamente jugar sin buggy, aunque tampoco es un campo llano. Lo que sucede es que la mayor parte de los desniveles son cuesta abajo.

La dificultad radica en la estrechez de las calles, en la abundancia de dog-legs y en que el 70 u 80 por ciento de los greenes están en alto, por lo cual siempre habrá que utilizar algún hierro más de lo que pensamos para los segundos y terceros golpes.

El recorrido empieza con un par 4 corto (251 metros desde amarillas) desde el que en los días claros parece tenerse Gibraltar al alcance de la mano. Toda la calle transcurre cuesta abajo, por lo que es aconsejable dejar el driver en la bolsa, sobre todo para evitar un bunker a la izquierda. Los hay, sin embargo, que arriesgan para dejarse un segundo tiro a green muy, muy cortito o, con suerte, intentar alcanzarlo. Lo suyo es un hierro medio, un cinco o un seis, para dar después un pitching o un sand.

Entre los hoyos más destacables de Miraflores Golf están el 3, el 12 y el 15.

El 3 es en teoría el más difícil del campo, el handicap 1. Con 349 metros hace dog-leg a la izquierda. En la derecha de la calle hay un rough profundo, por lo que caer ahí es malo. A la izquierda hay agua, por lo que instintivamente tendemos a evitarla. Es un hoyo en el que la mayoría en este campo se resigna a entrar de tres a green, que no es ninguna tontería, ya que está bastante en alto, protegido por bunkers a la izquierda antes de llegar. Es ancho al principio y  se va estrechando luego. Afortunadamente no presenta muchas caídas. Un par aquí sabe a birdie.

El siguiente hoyo, handicap 2 y par 5 de 480 metros, es posiblemente uno de los más bonitos del campo. El tee está muy elevado y se tira sobre una calle amplia, por lo que el drive ofrece confianza. Hay un lago a la derecha de la calle a unos 210 metros. Muchos prefieren evitar el agua utilizando una madera 3 o 5 y quedarse corto. En este caso, el segundo tiro nos obligará a volar el agua para dejar la bola lo más cerca posible de green, a menos de hierro 8. Éste está protegido por árboles, palmeras y arbustos, a derecha e izquierda. Es amplio y bastante plano. Con sutiles caídas. Un cinco hace feliz a cualquiera.

El hoyo 15, par 3 de 121 metros, es el ‘signature’ del recorrido. Todo el green es una isla, aunque es bastante amplio y llano. Los fallos no se perdonan.

El recorrido finaliza con un par 4 cortito, de 242 metros, pero en subida. En este hoyo la calle se divide en dos. La parte izquierda es más larga pero tiene un segundo golpe más fácil. Por la derecha es más corto pero más complicado, porque el tiro será en pendiente. Hay quien arriesga a ir a green apuntando al mástil de la telefonía móvil, pero cuidado: está muy protegido por bunkers. Hay que darle fuerte y bien.

Tras la ronda y ya en una casa club muy funcional, sin lujos innecesarios y como con un aire familiar, se tiene la sensación de haber jugado un campo clásico donde los haya, que es más complicado de lo que parece y que ofrece infinitas posibilidades de diversión y de utilizar con talento todos los palos de la bolsa. Sin duda merece la pena una jornada en Miraflores Golf.