Él sólo quería jugar al golf. Había vendido su negocio editorial en Inglaterra y se había mudado a la Costa del Sol –como tantos de sus compatriotas– para disfrutar de su deporte favorito y del buen clima. Pero su espíritu emprendedor le llevó a involucrarse en una nueva aventura empresarial y adquirió una finca  para construir un campo de golf.

Tras muchos avatares y más dolores de cabeza, en 1990 su sueño –a veces pesadilla– se convertía en realidad y se estrenaba Estepona Golf. Ese hombre era David Leader. Uno de sus hijos, Rory, vivió, sufrió y disfrutó con él el nacimiento y desarrollo de la criatura golfística. Ahora, en el 25 aniversario del campo, Rory, en su quehacer diario al frente de Estepona Golf, sigue teniendo muy presente a su padre, fallecido hace diez años. “Me acuerdo mucho de él y siento a menudo su presencia aquí”, recuerda con emoción su hijo. “Yo sigo trabajando como creo que a él le gustaría, hemos mejorado mucho el campo y se están notando los esfuerzos que hacemos todos”, añade.

En los momentos más duros, cuando los problemas de todo tipo se acumulaban, a Rory se le llegó a pasar por la cabeza cerrar o vender el campo, pero al final pesó más su conciencia social y decidió seguir adelante pese a las dificultades. “La verdad es que nunca lo pensé en serio porque aquí hay muchas familias que dependen de Estepona Golf. Al contrario, me di cuenta de que tenía que trabajar mucho más para asegurar los puestos de trabajo y el futuro del campo. Había que ofrecer un buen producto para que la gente viniera y saliese contenta para querer volver, y eso es lo que hicimos”.

Las cifras de ocupación y de negocio en su campo están experimentando una subida espectacular este año, por lo que Rory está convencido de que la crisis está siendo por fin superada. “Estoy totalmente convencido. Se habla de nuevos proyectos, las ventas inmobiliarias están creciendo, vienen más turistas.. Y ahora están gastando mucho más dinero, y esas es una de las señales más claras de la recuperación. Cuando analizamos el gasto que hace aquí la gente que nos visita, vemos que las cifras han crecido más de un 40 por ciento. La diferencia es que ahora la gente se gasta el dinero en la tienda, en el bar, en el restaurante... La crisis ya ha pasado”.

El éxito de Estepona Golf se debe sobre todo, cree su presidente, a la óptima relación calidad-precio que ofrece. “Si hablamos por ejemplo de los ingleses, en Inglaterra jugar al golf no cuesta mucho dinero, hay mucha oferta y precios muy razonables para campos buenos. Entonces en nuestro campo encuentran un producto bueno a un precio muy razonable, y por eso se van contentos, porque ven cumplidas sus expectativas.

A la hora de definir su campo, utiliza el adjetivo “fantástico” y dice que el diseño, obra de José Luis López, “es una joya” que a todo el mundo gusta. A Rory le gusta la competición y ese espíritu de superación lo aplica también al terreno de juego. “Es como un torneo, no me conformo con hacer las cosas medio bien: tengo que hacerlas lo mejor posible. Aquí queremos hacer algo especial, y por eso todos trabajamos duro para que el campo presente las mejores condiciones posibles. Lo cuidamos muchísimo, y al final eso lo ve la gente que viene a jugar.

El hoyo emblemático de Estepona Golf es el 10, un bello par 4 de 267 metros con el green rodeado de agua. También destaca Rory el hoyo 3, par 4 de 380 metros con una caída de 70 metros hasta el green y vistas al mar.

Rory, que entre otras aficiones tiene la de pilotar helicópteros (el que tenía lo vendió para renovar la maquinaria de mantenimiento del campo de golf) y aviones, está casado con su compatriota Amanda, que lleva la administración del club. Sus tres preciosos hijos son aún demasiado pequeños como para que sus padres les hayan inoculado el ‘veneno’ del golf. Pero todo llegará.