Elegí un buen día, a finales de noviembre, para mi visita a La Estancia, en Sancti Petri, Cádiz. Un buen día porque llovía después de meses sin hacerlo, y esto es algo que siempre viene bien a los campos. La lluvia, digo.

De todas formas, no era tan intensa como para no poder jugar, con comodidad incluso, porque un poco de agua es suficiente para disuadir a los que no estamos tan acostumbrados a esas inclemencias del tiempo, y la verdad es que había muy pocos pateando este nuevo viejo campo.

Abierto en 2004 por el Grupo Meliá, con el nombre de Golf Meliá Sancti Petri, ha sido rebautizado como La Estancia por la nueva propiedad que se ha hecho cargo de él el pasado verano.

Una nueva propiedad, una nueva dirección y nuevas y prometedoras perspectivas. “Queremos convertir La Estancia en un campo de referencia en Andalucía”, señala su gerente, Carlos de Avilés, ”porque tiene un gran potencial, basado en un gran diseño y una ubicación inmejorable, sin una sola casa que interfiera el juego o la estética”.

El recorrido, totalmente plano, podría recordar un links, pese a no estar junto al mar, aunque sí influido por los vientos de la zona.

Las calles, muy amplias, desembocan en unos greenes grandes pero movidos. Con cuatro tees por hoyo, permiten, dependiendo de la posición, jugar un campo largo o relativamente corto: 6.257 metros desde barras blancas y 4.826 desde rojas.

Al ser un campo relativamente reciente, la arboleda plantada aún no está lo suficientemente crecida, salvo la que existía y se respetó en la construcción: olivos, pinos, etc.

“Es un campo divertido y diferente”, apunta Paco Cea, el profesional del club y director de la academia de golf.

En su compañía –un lujazo– y en la de Carlos de Avilés, un poco cohibido, porque en mi memoria estaba el recuerdo de Paco jugando el Tour Europeo, codeándose con la élite del golf del Viejo Continente, salí a jugar bajo un tenue chirimiri.

Fue una clase de golf impagable, porque Cea, además de un buen profesional, es paciente y con una gran vocación didáctica.

El hoyo 1, llamado El Muro, es, para comenzar, un par 5 relativamente corto, de 459 metros desde amarillas, y accesible. Dibuja un ligero dogleg a la izquierda. El drive hay que dirigirlo hacia un bunker a la derecha, al que no es fácil llegar. Desde ahí, el segundo golpe, a green, si se quiere intentar, es franco y sin ningún obstáculo. El green es estrecho pero muy largo.

El 2 es un par 4 de 346 metros. Se llama La Casita porque se conservó la antigua vivienda del cuidador de la finca. Este pequeño edificio está en la zona izquierda de la calle. En la derecha hay dos bunkers. La línea perfecta de salida es un poco a la derecha del viejo cortijo. Desde el tee se ve todo el hoyo, aunque también hace un amago de dogleg a la derecha. El green es muy amplio y prácticamente plano.

El siguiente hoyo, el 3, es bastante más complicado. Se trata de un par 3 de 185 metros desde el que se ve el pueblo de Medina Sidonia. Por eso le han puesto el nombre de esta bella localidad gaditana. El green está un poco en alto, que además recibe cuesta arriba y con viento generalmente en contra. El par aquí es un magnífico resultado.

El Lago es el nombre del hoyo 4, un par 5 de 472 metros. Con el drive hay que hacer unos 220 metros de vuelo si se quiere pasar el agua situada a la derecha de la calle. Si no, hay que apoyarse un poco a la izquierda, donde hay dos bunkers que sirven de referencia. En este caso será muy difícil llegar de dos a un green un poco elevado y muy grande, el mayor del campo.

El hoyo 5, denominado Campano, es un par 4 cortito, de 327 metros, totalmente recto y plano. No plantea problemas. Hay un bunker por la izquierda, a la caída del drive, y pinos por la derecha, pero no tienen por qué entrar en juego.

El siguiente hoyo, el 6, par 4 de 338 metros apodado El Pino, es un poco más complicado. A la derecha hay un lago que desde el tee no se ve, y a la izquierda, un bunker. El segundo golpe, desde 100 o 120 metros, es muy técnico, porque hay que dirigirlo a un green muy pequeño, aunque sin un gran movimiento.

El hoyo 7, par 4 de 340 metros, se llama Cuesta Arriba, y hace honor a su nombre. La calle está partida por un arroyo situado a unos 220 metros, por lo que es mejor salir con madera 3 y no arriesgarse a sobrevolarlo. El green está en alto y cuenta con dos pianos, y además está defendido por un bunker a la izquierda y agua por la derecha. Es un hoyo complicado. No en vano, es el handicap 3 del campo.

Por contra, el siguiente hoyo, el 8, un par 3 de 125 metros llamado La Sierra, es el más fácil del campo:  handicap 18. El tee está en alto y se tira a un green amplio con ligera caída hacia la izquierda y protegido por cuatro bunkers.

Agua es el nombre del hoyo 9, par 4 de 306 metros y handicap 7. La salida es en alto y conviene pegar un híbrido o madera 3 como mucho para quedarse antes del lago. Quedará un segundo golpe de unos 120 metros al green, situado en una isla. Es plano y recibe bien, pero el agua impone.

Después de Agua, el hoyo 10, par 4 de 431 metros y handicap 2, no podía tener otro nombre que El Pozo. Es un dogleg a la izquierda. La salida no ofrece peligro. A la derecha hay unos pinos y a la izquierda una zona de grava, pero la calle es amplia. El green, plano, está en alto y con agua a la izquierda. No es un hoyo fácil en absoluto, por distancia sobre todo.

El 11, denominado Colocar, es un par 4 de 332 metros que hace un dogleg a la derecha de casi 90 grados. El primer golpe hay que darlo muy recto, cuidando de no caer en el gran bunker de la derecha situado ahí para no acortar el hoyo. Es mejor situarse en la izquierda, a unos 200 metros, que nos dejará un tiro relativamente corto a un green con dos plataformas, muy estrecho, pero muy largo.

El siguiente hoyo, el 12, llamado El Ciego, es un par 3 de 167 metros cuesta arriba, con pequeñas ondulaciones en la calle que no permiten ver bien el green, bastante plano pero con caída hacia la derecha. Un golpe bonito pero no se ve dónde termina la bola.

El 13 se llama La Serpiente y es un par 5 de 460 metros. Haciendo honor a su nombre, la calle hace un doble dogleg, de salida a la izquierda y luego a la derecha. Para el primer golpe hay que apoyarse un poco hacia la izquierda, por encima de los olivos que allí hay. El segundo golpe va a ser mucho más recto, a una calle amplia. El tercero, si la hemos colocado bien antes, no tiene excesivos problemas a un green en forma de bombilla, estrecho al principio y ancho al fondo.

El Arroyo, par 4 de 314 metros, es el siguiente hoyo, el 14. La calle está atravesad a unos 250 metros por un riachuelo, que normalmente no debe entrar en juego. Por la derecha hay rough y a la izquierda está el siguiente hoyo, por lo que es posible apoyarse en esa zona. El segundo golpe será a un green un poco en alto y protegido por un bunker a la izquierda.

El hoyo 15, Entre Pinos, es otro par 4 de 372 metros. Se trata del handicap 1 del campo, lo que refleja claramente su dificultad. La salida se complica porque en toda la derecha de la calle hay un gran lago, y por la izquierda acechan tres bunkers. Hay que dirigir el drive hacia el del centro y con precisión, porque además la calle está partida por un arroyo natural, a unos 50 metros del green, que está un poco en alto y con dos caídas muy diferenciadas, hacia la derecha al comienzo y hacia la izquierda más atrás. Es muy amplio, no obstante.

El hoyo 16, El Salto, es un par 3 de 164 metros con el tee en alto y un green protegido por tres bunkers, dos a la izquierda y uno a la derecha. Se trata de un green complicado porque está elevado en medio, por lo que despide la bola hacia los lados.

Al hoyo 17 lo han llamado Largo. Es un par 4 de 360 metros totalmente recto, sin complicaciones en la salida. El tee está en alto, por lo que se divisa toda la calle, que cuenta con árboles, todavía pequeños, a izquierda y derecha. El green está protegido por un gran bunker a la izquierda. Está algo elevado y tiene forma de flan, con caídas hacia afuera.

Para acabar el recorrido, el 18, apodado Los Eucaliptos, un par 5 de 437 metros, es un hoyo bastante influido por los vientos. El río natural que cruza el campo por otras zonas parte el hoyo a unos 260 metros del tee. Pegadores y no pegadores tienen que jugar corto para no llegar al gran bunker situado en medio de la calle antes del arroyo. El segundo golpe, por distancia, puede ser a green, pero hay un eucalipto en el río que molesta bastante. El green está protegido por un bunker a la derecha y otro, corto, a la izquierda. Está un poco en alto y cuenta con dos plataformas. La segunda cae bastante a la derecha. El hoyo se presta a un buen resultado, pero, eso sí, si el segundo golpe es muy bueno.

Un gran placer

Jugar con Paco y Carlos, como ya he señalado, es un gran placer y un lujo. Pocas veces se tiene la ocasión de hacerlo con alguien que ha jugado el Circuito Europeo.

Cea se hizo profesional en 1995, jugó dos años en el Challenge Tour Europeo y desde 1996 al 2001 lo hizo en la primera división del Tour. Su mejor temporada fue en el 99, en la que llegó a jugar el Volvo Masters, quedando en el puesto 56º de Europa. En 2001 perdió la tarjeta, pero sigue intentando recuperarla. “No puedo entrenar como antes, pero el gusanillo de la alta competición lo sigo teniendo”, dice.

Sus mejores resultados en el Circuito Europeo fueron las dos veces que quedó tercero, en el Open de Italia y en el de Madeira.

La transformación de La Estancia va paso a paso, “cumpliendo nuestras previsiones”, señala su director, Carlos de Avilés.

“Hemos empezado limpiando y adecentando el campo y mejorando toda la red de riego, que será lo que nos facilite en un futuro inmediato acometer la resiembra y el cambio de variedad de césped para la primavera. Queremos pasarnos a la bermuda”, explica.

“Ya ha estado aquí el diseñador Alan Rijks para aportar ideas sobre los cambios que queremos hacer: nuevos bunkers, tees, etc. Vamos a alargar el campo unos 300 metros, y nuestra intención es ponerlo a un nivel de alta competición como máximo en dos años”, concluye Carlos.