Con 50 años a sus espaldas, había llegado el momento de hacer una reforma en profundidad de uno de los más destacados campos de golf de España: el Real Club de Golf Sotogrande, que en 1964 estrenaba los espléndidos 18 hoyos firmados por el prestigioso y prolífico diseñador Robert Trent Jones.

La reforma del campo está proyectada en dos fases. La primera, que se ha acometido sobre ocho hoyos, comenzó el 8 de enero y terminó el 31 de julio. La segunda afectará a nueve hoyos, se inicia el 15 de octubre y concluirá en julio de 2016. El hoyo restante, el 13, se reformó en 2013 y sirvió como muestra de lo que se pretendía hacer con posterioridad en todo el campo. “Con ese hoyo nos demostramos a nosotros mismos que se podían hacer las cosas en plazo, en calidad y en presupuesto”, dice Agustín Mazarrasa, director gerente del club.

En la primera fase se han reformado los hoyos 1, 2, 8, 9, 10, 16, 17 y 18. Esta selección no consecutiva tenía una razón de ser: “Había que combinar hoyos con una base de arena natural, que eran pura duna, como podrían ser el 1, el 2, el 16, el 17 y el 18, con hoyos muy arcillosos como el 8, el 9 y el 10, que necesitaban una aportación de arena de tee a green, de pared a pared, de veinte centímetros”.

“Para hacerse una idea”, prosigue Mazarrasa, “sólo en estos tres hemos tenido que meter 250 trailers de media en cada hoyo, 18.000 toneladas de arena. Había que mezclar hoyos complicados con otros menos complicados. Los hoyos 8, 9 y 10 requerían drenajes de tee a green y luego arena. En los que tienen arena, como el 1 y el 2, básicamente hacíamos drenajes pero no había que aportar arena”.

El diseño del campo sólo se ha tocado en el hoyo 8, que se ha acortado un poco porque el green era totalmente ciego. “Lo hemos bajado un poquito y ahora es un hoyo un poco más accesible para los socios, y la verdad es que todos están contentos”, dice el director del RCG Sotogrande.

El motivo de la reforma es que el campo, con medio siglo a sus espaldas, estaba sufriendo los achaques propios de su edad, señala Mazarrasa. “Resembrábamos en septiembre/octubre con raygrass, que es la semilla de clima frío, para tener el campo en muy buenas condiciones durante el invierno y la primavera, pero cuando llegaba el calor se moría el raygrass y empezaban a salir la malas hierbas, que contaminaban todo el campo. Como siempre decíamos, eran muchas malas hierbas muy bien cortadas. Pero lo que pasaba es que a final de agosto o principios de septiembre el campo estaba totalmente arrasado, contaminado, con un montón de secas, así que había que darle una solución sí o sí, porque además eso es muy costoso de mantener”.

Los trabajos de mayor envergadura han consistido en dotar al campo de una infraestructura de la que carecía, de drenajes especialmente y de arena en los hoyos que no tenían. De este modo, cuando se termine la segunda fase, todos los hoyos del campo tendrán una capa de arena homogénea, que es clave para mantener la buena calida de la Bermuda.

Además se han tepeado todos los hoyos reformados, “un trabajo arduo”, sobre una superficie total de 17 hectáreas, que se verán incrementadas hasta 37 hectáreas cuando acabe la segunda fase de la reforma. Así todo el campo estará uniforme con Bermuda, mientras que en los greenes se seguirá con Agrosti.

Otro de los trabajos ha consistido en la nivelación de los tees mediante tecnología láser, y por otra parte se han moldeado todos los bunkers de los ocho hoyos. “Hemos hecho muchas mejoras”, recalca Mazarrasa. “Desde el tee muchas veces los bunkers no se veían nada, y ahora se ven, lo cual estratégicamente es muy importante. El trabajo de moldeo ha sido notable, porque era un campo bastante plano y el shaper ha conseguido darle un moldeo que estéticamente lo ha mejorado mucho. La zona de los hoyos 1, 2, 16, 17 y 18 tiene una profundidad que antes no tenía a través de los hoyos, se ha subido el nivel del lago... se ha hecho un buen trabajo. Estéticamente, el campo también ha mejorado mucho”.

La obra la ha supervisado directamente el club contando con el apoyo de Roger Rulewich, que fue discípulo de Robert Trent Jones durante 35 años, y su socio David Fleury, que es el encargado de manejar el bulldozer y moldear el campo. ”La verdad es que han hecho un trabajo fantástico”, dice el director del club.

“El objetivo”, prosigue, “era también recuperar los greenes originales del campo, y lo hemos conseguido. Teníamos los planos originales de Roberty Trent Jones, los sketchs, los bocetos que hizo él a mano, y luego los planos as built, según construcción del campo. Cuando se construyó levantaron un plano, y en base a esos dos planos hemos recuperado los diseños originales. Los greenes habían perdido superficie y en algunos casos su gracia. Por ejemplo, el  1 tenía el agua pegada al green, y cuando menguó el agua ya no entraba en juego”.

Remarca Mazarrasa que la premisa fundamental de la reforma era respetar el diseño original de Robert Trent Jones introduciendo las mejoras que necesitaba el campo.