Miraflores Golf CourseUbicado en el corazón de la Costa del Sol, en una de las mayores urbanizaciones de la zona, entre las localidades de Marbella y Mijas, se asienta uno de los campos más antiguos y clásicos del área: Miraflores Golf.Abierto en 1990, fue diseñado por Folco Nardi, un arquitecto que ideó varios campos en la provincia de Málaga, entre ellos Guadalmina Norte.

Recientemente algunas reformas han mejorado notablemente el recorrido. El mantenimiento y la adecuación constante a las formas de juego actual han convertido a Miraflores en un atractivo y ‘moderno’ campo de golf.

Éste es un campo corto: desde las barras amarillas, que utilizaremos como referencia, tiene 5.148 metros, pero es un campo que ofrece muchas dificultades. “Aquí se practica”, señala su director, Miguel Gallart, “como te diría, el ‘golf antiguo’. No es tanto lograr distancias como colocar la bola en su sitio. Muchas veces hay que dejar el driver en la bolsa”.

“Es un campo“, insiste, “más de pensar cómo vamos a jugar que querer avanzar mucho”.
Son calles estrechas, pero no son, en general, muy difíciles porque están hechas como en U, por lo que la bola tiende hacia el centro. “Con el tiempo“, añade el director de Miraflores Golf, “hemos ido limpiando los laterales para que suceda eso y no se pierda la pelota por los lados”.
No es, por otra parte, un campo de muchas cuestas. Se puede perfectamente jugar sin buggy, aunque tampoco es un campo llano. Lo que sucede es que la mayor parte de los desniveles pillan cuesta abajo.
Los greenes de este campo son los originales, es decir, los que ideó Folco Nardi a finales de la década de los 80. “No los hemos renovado”, apunta Miguel, “por lo que podría decirse que tienen un aire clásico o antiguo”.

Son en general de tamaño reducido, salvo el 18, que es el único que ha sido objeto de una transformación reciente. Todos tienen bastante movimiento, de dos a tres plataformas de media. Alcanzar green no es, por tanto, garantía de nada. Hay que trabajarse cada putt.

En estos meses, septiembre/octubre, Miraflores Golf cumple su vigésimo aniversario, “aunque las celebraciones las haremos en noviembre, porque será cuando más socios haya aquí”, precisa el director. “Durante una semana haremos competiciones y finalizaremos con una gran cena de gala con autoridades, socios, etc.”, explica.
Miraflores Golf es un club que cuenta con 785 socios, ”lo que está muy bien porque de éstos activos, activos, que jueguen frecuentemente, no serán más de 500. Nuestra idea es llegar a unos 800 socios activos en total”.
“Con este número de socios que tenemos ahora ocupamos apropiadamente el 56 por ciento del tiempo; el resto está disponible para green fees”, dice Miguel.
Es éste un club muy popular, entre otras cosas porque los precios de juego son, si no los más bajos, uno de los más bajos de la zona.
Había quedado para jugar el campo una calurosa mañana de finales de agosto. El sol se mostraba implacable y no eran muchos los jugadores que se habían atrevido a desafiarlo, por lo que disfrutar del campo sin ‘presiones’ resultaba mucho más fácil y agradable.

Mi cita era con uno de los socios más antiguos y comprometidos del club, Román Porras, un hombre que respira golf por todos sus poros. La afición por este deporte le desborda y su entrega y dedicación al club es total.
No nos conocíamos pero resultó ser un agradable partido, del que, por otra parte, aprendí mucho. Los veteranos conocen y utilizan trucos y  ardides que, a veces, la soberbia nos hace desdeñar.
”Aquí”, me advirtió antes de comenzar, “la dificultad está en la estrechez de las calles, en la abundancia de dog-legs y en que el 70 u 80 por ciento de los greenes están en alto, por lo cual siempre habrá que utilizar algún hierro más de lo que pensamos para los segundos y terceros golpes”.

Tras aprovisionarnos de agua en abundancia, nos dirigimos al tee del 1. Es éste un hoyo corto para empezar: 251 metros, desde el que en los días claros parece tenerse Gibraltar al alcance de la mano. Toda la calle transcurre cuesta abajo, por lo que es aconsejable dejar el driver en la bolsa, sobre todo para evitar un bunker a la izquierda. Los hay, sin embargo, que arriesgan para dejarse un segundo tiro a green muy, muy cortito o, con suerte, intentar alcanzarlo. Lo suyo es un hierro medio, un cinco o un seis, para dar después un pitching o un sand.

En el hoyo 2 nos encontramos el primer par 5 del recorrido. Tiene 407 metros y hace dog-leg a la izquierda. Hay quien intentar superarlo golpeando la bola por encima de los árboles de la izquierda, buscando encima de los árboles de la izquierda, buscando poder entrar de dos a green. Pero para un handicap medio esto es casi una hazaña. Lo mejor es sacar el drive hacia la zona derecha de la calle (cuidado con el bunker) y luego dar un hierro siete o así para dejarla corta antes de los bunkers que hay, y luego hacer un tercer golpe corto a un green muy alargado y estrecho: tendrá unos 25 o 30 metros de largo por 10 o 12 de ancho.


El hoyo 3 es en teoría el más difícil del campo, el handicap 1. Con 349 metros hace dog-leg a la izquierda.
En la derecha de la calle hay un rough profundo, por lo que caer ahí es malo. A la izquierda hay agua, por lo que instintivamente tendemos a evitarla. Éste es un hoyo en el que la mayoría en este campo se resigna a entrar de tres a green, que no es ninguna tontería. Éste está bastante en alto, protegido por bunkers a la izquierda antes de llegar. Es ancho al principio y  se va estrechando luego.

Afortunadamente no presenta muchas caídas. Un par aquí sabe a birdie.
El siguiente hoyo el 4 tampoco permite relajarnos: es un par 3 larguito, de 203 metros. El tee está en alto pero con muy poco desnivel sobre el green, que es estrecho y con mucha pendiente desde el fondo hacia delante. Lo protegen, además, dos grandes bunkers por la derecha.
El golpe de salida requiere bastante precisión y llegar no es nada fácil aun utilizando madera. “Casi el 70 u 80 por ciento de los jugadores no llegan a green aquí”, me dice Román. Es, no obstante, uno de los hoyos más bonitos del campo.

El 5 es un par 4 de 290 metros. No es un hoyo complicado. Lo que impone es atravesar el lago que comienza justo a la izquierda del tee. Aquí se puede pegar un drive por encima del agua apuntando un poco a la izquierda. Si eso intimida, se puede pegar corto a la derecha del agua y desde allí, con un tiro largo y complicado, intentar hacer green, con mucho cuidado, porque detrás de éste también hay agua. Cuenta este green con dos niveles y es estrecho atrás. Con la bandera en la primera plataforma, las cosas se hacen mucho más fáciles.
El 6 es un par 5 de 454 metros. Aquí es casi obligatorio salir con el driver, aunque para la inmensa mayoría éste seguirá siendo un hoyo de tres golpes como mínimo para llegar a green. La calle hace una ligera pendiente, por lo que el segundo golpe requerirá una madera de calle muy bien tocada para intentar sortear una lomita situada a la izquierda. Una vez superado este obstáculo, el tercer tiro a green quedará corto. Pero esto no es nada fácil. Hay que superar la esquina del dog-leg del final de la calle. El green es ancho y con poco fondo, protegido por un bunker a la entrada y cuenta además con dos niveles y muchas caídas. No es fácil de leer.

El 7 es un par 3 de 163 metros (habitualmente menos porque se suelen adelantar las barras amarillas). La calle es estrechita, con rough hasta veinte metros antes del green, que es bastante complicado, con dos caídas hacia la derecha, donde también hay un bunker enorme y una gran vaguada. Por la izquierda hay fuera de límites.

El hoyo 8, par 4 de 293 metros, puede ser el que obligue a pegar el drive más recto del recorrido. El tee está en algo pero la calle es extremadamente estrecha y hay un hazard de agua a la izquierda y una gran pendiente con árboles a la derecha. El segundo golpe será a un green en alto, muy protegido por dos bunkers en su izquierda. No es fácil parar la bola. Cuando la bandera está en la zona derecha de la plataforma no es complicado, pero sí lo es cuando está a la izquierda, porque allí el green, con una fuerte pendiente hacia atrás, se reduce bastante. Al fondo hay un valle que suele apropiarse las bolas.

El último hoyo(9) de la primera vuelta, de 309 metros y par 4, es de los más facilitos del campo. La calle hace un dog-leg a la izquierda, donde hay árboles, pero que pueden ser superados. Si la bola va muy a la derecha nos podemos encontrar en fuera de límites. El tee está un poco en alto y un buen drive nos dejará un segundo tiro corto y una buena oportunidad de birdie, porque la plataforma es amplia y sin caídas.

La segunda vuelta comienza(10) con un par 4 de 273 metros para el que hay varias formas de ataque. La calle es ancha, lo que ocurre es que a unos 90 o 100 metros antes de green hay una gran vaguada. Es mejor quedarse antes porque si no el segundo tiro nos va a quedar con un pésimo stance. Hay quien quiere llegar a green con el drive, pero es bastante complicado. Está protegido por bastantes bunkers en la derecha, árboles por la izquierda, y si te pasas por atrás te espera un profundo rough. La vaguada acorta la calle pero también la complica. Parece un hoyo de birdie pero se puede acabar con bogey o más.

El hoyo 11 es el más corto del recorrido, 109 metros, par 3. En teoría debería ser también el más fácil. El green es amplio, muy protegido por bunkers y, como casi siempre en Miraflores, con dos plataformas. Con la bandera arriba, a la derecha, podemos tener la tentación de coger un palo de más y dejar la bola fuera de límites si nos pasamos.

El siguiente hoyo (12), handicap 2 y par 5 de 480 metros, es posiblemente uno de los más bonitos del campo. El tee está muy elevado y se tira sobre una calle amplia, por lo que el drive ofrece confianza. Hay un lago a la derecha de la calle a unos 210 metros. Muchos prefieren evitar el agua utilizando una madera 3 o 5 y quedarse corto. En este caso, el segundo tiro nos obligará a volar el agua para dejar la bola lo más cerca posible de green, a menos de hierro 8. Éste está protegido por árboles, palmeras y arbustos, a derecha e izquierda. Es amplio y bastante plano. Con sutiles caídas. Un cinco hace feliz a cualquiera.

El hoyo 13, par 3 de 130 metros, presenta uno de los greenes más complicados del recorrido. Es largo y estrecho, con un mínimo de dos plataformas, y protegido por dos bunkers a la entrada. De perder este green, posibilidad grande, el golpe de recuperación se complica bastante, porque además está un pelín en alto y uno se puede quedar corto o pasarse si no se anda con ojo.

El 14, par 5 de 466 metros, es un largo dog-leg a la izquierda, con una calle no muy ancha con casas por la izquierda y unas torres a la caída de drive. Instintivamente se tiende a apuntar a la derecha, por lo que es fácil ir al rough, a los árboles, etc. Por ahí casi siempre se pierde un golpe.

Si hemos conseguido situar la bola más o menos bien, el segundo golpe ya va a ser más cómodo, entre otras cosas porque la calle se abre un poco. El tercer golpe no va a ser corto a un green protegido por bunkers frontales. Es amplio por la zona derecha, pero tiene una posición de bandera en la izquierda, en la esquina, detrás del bunker, que mejor es no buscarla porque nos complicaremos la vida.

El hoyo 15, par 3 de 121 metros, es el ‘signature’ del recorrido. Todo el green es una isla, aunque es bastante amplio y llano. Los fallos no se perdonan.

El siguiente hoyo, el 16, par 4 de 300 metros, hace un dog-leg a la derecha. La calle está en bajada, por lo que no es difícil avanzar bastante, aunque hay que tener en cuenta los árboles por la derecha. El green es amplio, con bunkers protegiéndolo en la zona frontal, y bastante llano.

El 17 es otro par 4, de 308 metros, aunque un poco más complicado que el anterior. Desde el tee nos encontramos con una serie de árboles por la izquierda y después también por la derecha más adelante. La calle es amplia pero el paso de la bola desde la salida es un poco tubo. Es mejor utilizar una madera tres. Antes de llegar a green, que está en alto y protegido, un arroyo atraviesa la calle. La plataforma cuenta con dos niveles y es, como resulta habitual en este campo, larga y estrecha. Con la bandera atrás hay que coger un palo más para el segundo golpe.


El recorrido finaliza(18) con un par 4 cortito, de 242 metros, pero en subida. En este hoyo la calle se divide en dos. La parte izquierda es más larga pero tiene un segundo golpe más fácil. Por la derecha es más corto pero más complicado, porque el tiro será en pendiente. Hay quien arriesga a ir a green apuntando al mástil de la telefonía móvil, pero cuidado: está muy protegido por bunkers. Hay que darle fuerte y bien.

Tras la ronda y ya en una casa club muy funcional, sin lujos innecesarios y como con un aire familiar, se tiene la sensación de haber jugado un campo clásico donde los haya, que es más complicado de lo que parece y que ofrece infinitas posibilidades de diversión y de utilizar con talento todos los palos de la bolsa.A finales de agosto el mantenimiento era correcto, aunque algunos greenes, pocos, ésa es la verdad, tenían algunas pequeñas zonas con problemas, probablemente por la calidad del agua. Nada importante para que no esté resuelto a principios de esta temporada. Sin duda merece la pena una jornada en Miraflores Golf.