Si alguien ha revolucionado el golf en los últimos 25 años, ése ha sido sin duda Tiger Woods. No sólo por sus 14 grandes y sus otras 65 victorias, sino por la perfección y espectacularidad de su juego.
El también conocido como el Extraterrestre supera en victorias totales a Jack Nicklaus, que sin embargo, con sus 18 triunfos en torneos del Grand Slam, es hasta ahora imbatible en este aspecto. En el lado femenino, en segundo lugar en el ranking de triunfos en los grandes figura Mickey Wright, una virtuosa del golf que decidió retirarse definitivamente de la competición cuando sólo tenía 35 años y había cosechado nada menos que trece majors. Empecemos por Tiger.
Quedan muy lejos aquellos tiempos, hace 26 años, en que un jovencísimo Tiger saltaba a la palestra mundial del golf con su debut en el PGA Tour. Corría el 2 de febrero de 1992 cuando un delgado mozalbete de apenas 16 años se presentaba en el Nissan Open de Los Ángeles y firmaba su primera ronda, de 72 golpes, en el mejor circuito profesional del mundo. El amateur Tiger se convertía en el jugador más joven en disputar un torneo del PGA Tour. El segundo día selló 75 golpes, insuficientes para superar el corte en el Riviera Country Club, en un torneo que ganó Davis Love III.
El Tiger de entonces, un espigado muchacho que pesaba 63 kilos, unos 20 menos que en la actualidad, tuvo que pedirle permiso al comisario principal del torneo para poder hacer su primera vuelta.
“Fue un momento que cambió mi vida”, recordaba 25 años después en unos momentos no precisamente dulces de su carrera, en la que lleva atesorados 79 títulos, incluidos 14 majors, el segundo que más ha ganado tras Jack Nicklaus, quien acumuló 18.
“Fue un gran aprendizaje para mí”, reconocía el año pasado el ex número uno del mundo. “Me di cuenta de que no era bueno, que tenía un largo camino por delante. A ese nivel, no era competitivo. Tenía nivel junior, no profesional, y los demás eran mucho mejores que yo”, recuerda.
Aquella inolvidable experiencia, supervisada en todo momento por su padre, Earl Woods, fue el preludio de lo que vendría después y que acabaría convirtiendo al joven Tiger en uno de los mejores golfistas de todos los tiempos.
El gran póster de Nicklaus
Quién le iba a decir a aquel entonces mocoso que un día sería tan famoso como el personaje que le miraba desde un gran poster pegado en la pared de su habitación. El mozalbete era Tiger Woods y el caballero de la pared, Jack Nicklaus.
El pequeño Eldrick, verdadero nombre de Woods, veía cada noche el historial de triunfos de su ídolo y soñaba con llegar a emularlo algún día. Los 18 majors del maestro llegaron a convertirse, con el paso del tiempo, en una obsesión para el californiano. ”Siempre ha sido mi objetivo superar a Jack”, ha reconocido varias veces Woods. Y parecía que la meta estaba al alcance de su mano... hasta que en el otoño de 2009 su vida y su juego experimentaron un cambio radical.
No es sencillo establecer una comparación más o menos justa en el plano deportivo entre Nicklaus y Woods, ya que son tres décadas y media las que les separan en su cronología vital, y en ese tiempo el golf ha cambiado mucho en algunos aspectos, como el equipamiento (palos y bolas) y la preparación física e incluso mental. Sin embargo, la esencia de la competición, que no es otra cosa que el talento de los jugadores, permanece. A favor de Nicklaus cabría apuntar que en su época se tuvo que batir el cobre contra auténticos fueras de serie de todos los tiempos, como Gary Player, Arnold Palmer o Tom Watson, por citar sólo algunos ejemplos (el primero ganó nueve majors, y los otros dos se anotaron ocho cada uno).
Analizando los registros de ambas estrellas del golf, vemos que a la edad de 36 años Tiger (ahora 42) había ganado 14 majors y Nicklaus había conseguido 14 de sus 18 grandes, el primero de ellos cuando tenía 22 años (Tiger sumaba 6 majors a esa edad: 2 con 20 años y 4 con 21). Los 4 restantes los sumaría el Oso Dorado en un periodo de una década, cuando tenía 38, 40 (ganó 2) y 46 años. En total, Nicklaus consiguió sus 18 grandes en el transcurso de 25 años, mientras que Woods ha acumulado sus 14 triunfos en un plazo de 12 años. Según estas cifras, a Tiger le quedan 10 años para intentar igualar o superar a su héroe de juventud. Claro que hay que tener en cuenta el hecho de que sólo un golfista en los últimos 58 años ha ganado cinco majors después de haber cumplido los 35, y ése es Nicklaus.
Antes de hacerse profesional, Tiger había ganado tres veces, consecutivas, el U.S. Amateur, también se impuso en el NCAA Championship y se coronó como el mejor en tres ediciones del U.S. Junior Amateur.
El número de victorias en los grandes tanto para Tiger como para Nicklaus podrían haberse visto aumentadas notablemente si llegan a tener un poco de suerte en la última ronda, ya que en ambos casos terminaron unas cuantas veces segundos. Nicklaus se lleva la palma en este sentido, ya que terminó segundo nada menos que en 19 majors, mientras que Tiger se quedó un puesto por detrás del campeón en 6 ocasiones. El Oso Dorado sucumbió por ejemplo ante Arnold Palmer dos veces, ante Lee Treviño cuatro y ante Tom Watson otras cuatro. Tampoco pudo resistir la embestida de Seve Ballesteros, que le ganó por tres golpes en el Open Británico de 1979. Los nombres de los rivales de Tiger, la verdad, no tienen en este apartado (Cabrera, Beem, Yang...) las resonancias míticas de las figuras que ganaron a Nicklaus en las citas del Grand Slam.
A la hora de comparar el número de victorias de ambos en el Circuito Americano, Tiger lleva 79 frente a 72 a favor del de Ohio. El Oso Dorado podría haber superado fácilmente el centenar de triunfos en el PGA Tour si hubiera tenido un poco más de suerte, ya que quedó segundo nada menos que en 58 torneos y acabó tercero en 38 ocasiones.
Tras analizar las cifras, queda en el aire la pregunta de quién es el mejor golfista de todos los tiempos. Está claro que si Tiger hubiese seguido en la misma línea de logros deportivos que inició en 1997 y se vio interrumpida en 2009, el californiano habría seguramente superado hace tiempo los registros de victorias del Oso Dorado en lo que respecta a majors.
Sorpresa mundial
Ha llovido mucho desde que en 1997, el serio chico de Cypress sorprendió al mundo al ganar el prestigioso Masters en el Augusta National Golf Club de manera incontestable: con sólo 21 años de edad, convirtiéndose en la persona más joven en ganar un major, con la mayor diferencia de golpes (12) y el marcador más bajo (-18).
A partir de entonces, el de Cypress dio un recital de golf como nunca antes se había visto, demostrando una superioridad en el terreno de juego que le hizo totalmente merecedor del apodo El Extraterrestre. Su juego no era, ciertamente, de este mundo. Batió todos los records, tanto en estadísticas relativas al juego como en ganancias, encadenaba victorias como si nada, hasta seis seguidas en una temporada, se hacía el dueño y señor del Grand Slam... Todo lo convertia en oro. Durante una década, no hubo nadie que le hiciera sombra en el mundo, y su reinado en el ranking planetario se convirtió en indefinido.
Todo iba perfecto, e incluso en el año en que estalló el escándalo de sus infidelidades, en 2009, sus ganancias en el Circuito Americano podrían haber supuesto un record en su carrera si hubiese empezado la temporada un poco antes o si hubiera participado en uno o dos torneos más, ya que se quedó a unos 360.000 euros de lo que ganó en su año más rentable: 2007, cuando se embolsó 10.867.05 dólares. Los 10.508.163 que obtuvo en 2009 en premios en el PGA Tour elevaban sus ganancias en ese circuito, al que se incorporó como profesional en 1996, a un total de 93 millones de dólares (ahora lleva superados los 111 millones), apenas una décima parte de lo que supuestamente ha ganado hasta ahora sumando sus ingresos por publicidad y otros conceptos. En total, unos mil millones de dólares, que convierten a Tiger en el deportista mejor pagado de la historia. También, para su desdicha, el que probablemente ha pagado el divorcio más caro (se cotilleaba que podría haber alcanzado los 300 millones de dólares).
Sin embargo, en 2010, tras su retorno a la competición, Tiger vivía la peor racha de su carrera y acababa el año sin un sólo triunfo. Era sin duda un año de cambios para Woods, que reaparecía en la competición en abril, en el Masters, cinco meses después de que hubiese estallado el escándalo del adulterio y su adicción al sexo. En agosto se consumaba su divorcio con la modelo Elin Nordegren, y sus resultados en el terreno de juego no acababan de ser los de antaño. Eso sí, al menos seguía de número uno del mundo gracias a que su compatriota Phil Mickelson no apretaba demasiado el acelerador.
El 42º puesto de Tiger en el PGA Tour 2010, con 1.294.765 dólares ganados, era la peor posición de su carrera. Sólo el año de su debut (1996) ganó menos dinero en el Tour (790.594 dólares), pero incluso entonces terminó en mejor lugar (24º). Las cifras de 2010 contrastaban con su primera plaza de 2009 y los 10,5 millones ingresados esa temporada, en la que cosechó siete victorias (incluida la de la Presidents Cup con su equipo) y dos segundos puestos de categoría (en el US PGA Championship y en The Tour Championship). Acabó primero en el ranking de ganancias, con 10,5 millones de dólares. Ese año jugó doce torneos, pero sólo acabó dos en el top-10 (cuarto en ambos): el Masters y el US Open. Hubo dos que no terminó: uno por culpa del corte y el otro por su retirada el último día.
La de 2011 fue una temporada igualmente aciaga para el de Cypress, aunque en los estertores del año, en diciembre, vivió por fin una alegría, al ganar –dos años después de su último triunfo– el Chevron World Challenge en California, aunque no era evento oficial del PGA Tour. Ese año dejó de ser el número uno del mundo, sólo logró un top 10, no pasó el corte en un torneo, abandonó otro y terminó en el puesto 132 del ranking del PGA Tour, con unas ganancias de 660.000 dólares. Y llevaba ya dos años sin anotarse ningún titulo del Grand Slam: el 14º y de momento último lo conquistó en el US Open de 2008.
En 2012 recuperó su toque y se anotó tres victorias, y al año siguiente ganó cinco torneos (su última victoria en el PGA Tour fue en agosto de 2013, en el WGC-Bridgestone Invitational) pese a los constantes problemas en su espalda, que vienen afectándole desde hace hace más de un lustro. En abril de 2014 se sometía a la primera de las cuatro operaciones quirúrgicas de espalda que ha tenido hasta ahora, la última el año pasado. A partir de entonces apenas jugaría en total una docena de torneos en dos años, en la temporada 2016 no compitió ni una sola vez y en la siguiente apenas jugó un par de competiciones. En la presente temporada, hasta el US Open, donde no pasó el corte, había disputado once torneos. En otro tampoco superó el corte, y sus mejores resultados han sido segundo–en marzo en el Valspar Championship–, quinto y noveno.
Los trastornos en su espalda se relacionan con lo que ocurrió hace un año cuando fue detenido en Palm Beach, Florida, por conducir bajo efectos de sustancias químicas, cinco fármacos según revelaron los análisis posteriores. Se filtró una imagen del rostro de Woods que dejó en evidencia el estado decadente en el que se encontraba. El jugador aclaró que esto no se debió a un comportamiento intencionado, sino que se encontraba medicado producto de la cirugía a la que se había sometido hacía algunas semanas y la combinación entre los fármacos le habrían provocado una reacción inesperada.
No se conforma con ser segundo
El estallido de su ajetreada vida privada dio al traste con una carrera deportiva que, de momento, no vuelve a sus antiguos derroteros. De todos modos, el Tigre no arroja la toalla, ni mucho menos, y asegura que quiere seguir compitiendo al máximo nivel y que lo hace para ganar. No se conformará con los segundos puestos y su máxima meta es romper el record de Nicklaus de 18 majors ganados.
“No fue de la noche a la mañana que Jack consiguió los 18, así que me tomará un tiempo”, dijo el ex número uno del mundo.
Por cierto, ¿qué piensa Nicklaus de las posibilidades de Tiger de batir su récord de majors ganados? El Oso Dorado no se anduvo por las ramas en unas declaraciones que realizó hace un año: ““Sigo pensando que va a romper mi récord. Tiene una gran ética de trabajo y una gran determinación a la hora de hacer lo que se propone”.
Mickey Wright: ¡13 victorias en una temporada!
Ha habido en la historia del golf poquísimas jugadoras como Mickey Wright, un femónemo deportivo que en una única temporada consiguió 13 victorias y sumó más de 80 en su corta carrera, ya que se retiró cuando tenía sólo 35 años.
Ben Hogan describió su swing como el mejor que había visto en su vida. También lo hizo Byron Nelson. Durante 14 años, dominó el golf femenino, ganó la friolera de 82 torneos y fue la presidenta de la Ladies Professional Golf Tour Association. Su potencial era altísimo y podría haber sumado muchas más victorias a su brillantísimo historial deportivo. Sin embargo, puso fin a su carrera golfística de manera prematura. ¿Qué le hizo retirarse a la edad de 35 años? Seguramente la propia carga, la inmensa responsabilidad de ser una figura como Mickey Wright.
“La presión fue tan grande”, recuerda Kathy Whitworthm otra de las grandes leyendas del golf femenino mundial. “Los patrocinadores amenazaron con cancelar sus torneos si no jugaba. Y, a sabiendas de que si se cancelaban, el resto de nosotras no podría jugar, Mickey siempre jugaba”.
La palabra de moda hoy en día es agotamiento. No así en los tiempos de Wright, que jugó 33 torneos en 1962, otros 30 en 1963 y 27 en 1964. Ganó 10, 13 y 11 competiciones en esos años y, como presidenta de la LPGA, estaba obligada a promocionar el Tour haciendo multitud de entrevistas y asistiendo a todas las conferencias de prensa que se organizaban. Sin embargo, eso simplemente no era lo suyo. “La verdad es que no me gustan estas cosas”, dijo Wright. “Creo que es algo que te tiene que gustar para hacer tolerable ese tipo de presión. Y al final llegó un momento en que ya no eran tolerables para mí”.
También llegó al punto en que no le quedaba mucho por hacer en el terreno deportivo. Wright ganó el US Open Femenino y el Campeonato de la LPGA cuatro veces cada uno. Ganó el Vare Trophy en cinco ocasiones, fue la número uno en ganancias cuatro temporadas, dos veces había conseguido rachas de cuatro torneos ganados de forma consecutiva y marcó los records en el LPGA Tour de la ronda más baja (62 golpes), los mejores nueve hoyos (30) y más birdies en una ronda (nueve). En la cima de su carrera, el golfista y periodista deportivo Herbert Warren Wind la describió como “una chica alta y atractiva que golpea la bola con la misma decisiva acción de manos que realizan los mejores jugadores masculinos. Ella funde con suavidad su acción de golpear con el resto de su swing, que se parece en algunos aspectos a los de Hogan y Jones”.
Debido a una reacción adversa a la luz del sol, a su aversión a volar y a una dolencia en los pies, Wright redujo su horario de forma espectacular tras la temporada de 1969 para llevar una vida más tranquila y sencilla en Port St. Lucie, Florida. Aunque regresó a la competición en 1973 y ganó el Dinah Shore, Wright sabía que había alcanzado ya su máximo potencial y decidió retirarse definitivamente. “Podría haber ganado cien torneos si no se hubiese retirado tan prematuramente”, dice Whitworth, que, con 88 victorias, fue la golfista que más títulos ganó en la historia del golf, más incluso que los hombres.
Nacida el 14 de febrero de 1935 en San Diego, California, Wright comenzó a golpear bolas de golf con su padre a los 4 años. A la edad de 11 años recibió su primera lección en La Jolla Country Club, y un año después ya hacía rondas por debajo de 100 golpes. Tres años más tarde, registró una ronda de 70 en un torneo local, y en 1952 ganó su primer título nacional, el USGA Girls’ Junior Championship.
Wright estudió Sicología en Stanford, pero dejó la universidad después de su primer año para poder jugar al golf a tiempo completo. En el verano de 1954 perdió en la final de US Women’s Amateur, terminó cuarta en el Women’s Open to Babe Zaharias y ganó el World Amateur. Su actuación en los tres torneos convencieron a Wright de que debía abandonar la universidad y convertirse en profesional.
“El golf me ha dado más recompensas, financiera y personalmente, de las que yo jamás podría haber obtenido si me hubiese convertido en la profesora de Sicología que me había propuesto ser”, dijo Wright en una ocasión. “Me siento como si hubiera obtenido mi propio master en Sicología por el estudio y la experiencia, el ensayo y el error en campos de golf en todo Estados Unidos”.