Le faltan unas semanas para cumplir los 28, pero Jason Day, que está luchando a codazos con Jordan Spieth por el número uno del mundo (lo alcanzó en septiembre y lo perdió una semana después a manos del texano), tiene las ideas muy claras... seguramente porque su experiencia vital le ha enseñado el valor de lo verdaderamente importante. Lo que ahora es el paraíso, antaño fue un infierno.
Su vida, tras el fallecimiento de su padre cuando Jason tenía sólo 11 años, podría haber sido muy, pero que muy distinta si su madre no llega a haber adoptado una drástica decisión en su momento. Pero ésa es una historia que se desvelará más adelante. Ahora veamos su vertiente deportiva, plagada de momentos felices.
Day empezaba este año en octava posición del ranking mundial y el 21 de septiembre, tras una espectacular racha de cuatro victorias en seis apariciones, destronaba a Rory McIlroy del liderato del golf planetario. Se convertía Jason Day en el tercer australiano, tras Greg Norman hace bastantes años y Adam Scott hace menos, en ser número uno del mundo.
Le han bastado siete años para alcanzar la cumbre más alta del golf desde que en 2008 debutó en el Circuito Americano, el codiciado PGA Tour.
En este tiempo ha atesorado más de 40 top 10 y ocho victorias en torneos oficiales, y en la lista de ganancias en los cuatro últimos años su peor posición final ha sido la decimosexta, la temporada pasada.
Los grandes se le han estado resistiendo a pesar de haber acabado media docena de veces entre los cinco primeros, pero finalmente llegaba su gran alegría al imponerse, el pasado agosto, en el US PGA Championship. Antes había quedado segundo en el US Open de 2011 y 2013 y cuarto en el de 2014; segundo en el Masters de Augusta de 2011 y tercero en el de 2013; y cuarto en el Open Británico de este año. No se puede decir que no viniera avisando…
Su primer triunfo en el PGA Tour lo disfrutó en su tercera temporada, la de 2010, cuando se impuso en el Byron Nelson Championship (ganó 1,17 millones de dólares) en un año que empezó bastante mal, cayendo en unos cuantos cortes, y que terminó bastante bien, con cinco top 10 incluido un segundo puesto en el Deutsche Bank Championship.
En 2011 no se anotó ninguna victoria pero sí diez top 10 incluyendo sus dos segundos puestos en el Masters y el US Open. Ese año terminó noveno en la lista de ganancias del PGA Tour.
La de 2012 fue una temporada regular, con sólo cuatro top 10 y una victoria en un torneo no oficial, el Wendy’s 3-Tour Challenge.
En 2013 se anotó siete top 10, y sus mejores puestos se los anotó en dos de los Grandes: segundo en el US Open y tercero en el Masters. Ese año ganó además la Copa del Mundo para Australia formando tándem con Adam Scott, y se proclamó campeón individual del torneo.
La temporada 2014 la empezó con una victoria en un torneo no oficial, el ISPs Handa World Cup of Golf, y en febrero se imponía esta vez sí en uno oficial , el Mundial Accenture Match Play Championship. Tuvo una buena actuación en el US Open, cuarto, fue segundo el el The Barclays y cuarto en el Tour Championship.
Pero si antes le fueron bien, muy bien, las cosas, lo de esta temporada está siendo más que excelente. Lleva acumuladas este año unas ganancias de más de nueve millones de dólares, de los que más de la mitad los ha ganado en un mes gracias a sus triunfos en el US PGA, el Barclays y el BMW Championship, dotados el primero con 1.800.000 dólares para el campeón y con 1.450.000 cada uno de los otros dos.
La temporada 2015, que al igual que en el Circuito Europeo comienza curiosamente el año anterior, empezó con magnífico pie para Day y está terminando de manera excepcional. Fue quinto en su primer torneo, ganador en el segundo (ambos eran torneos catalogados como no oficiales) y tercero en su tercera aparición. En su quinto torneo, en febrero, se registraba su primera victoria del año en torneo oficial, el Farmers Insurance Open, y una semana después era cuarto en el AT&T Pebble Beach National Pro-Am. Otra cuarta plaza la obtuvo en abril en el Zurich Classic of New Orleans. Contra todo pronóstico, en mayo y junio cae en el corte de dos torneos seguidos, ambos de renombre, el The Players Championship y el The Memorial Tournament. Afortunadamente, se repone anímica y deportivamente y en su siguiente torneo, el US Open, retorna su buena forma y acaba noveno. Su siguiente cita es otro Grande, el Open Británico, y su destreza le lleva hasta la cuarta plaza. A continuación se impone en el Canadian Open, es duodécimo en el Mundial Bridgeston Invitational y luego llegan sus victorias en el US PGA, el Barclays y el BMW, con un paréntesis de una duodécima plaza en el Deutsche Bank Championship.
DURA INFANCIA
Pero la vida de este joven campeón nacido el 12 de noviembre de 1987 en el pequeño pueblo de Beaudesert, no ha sido siempre un camino de rosas. Ni mucho menos. Una gran tragedia marcó su paso de la niñez a la adolescencia: un cáncer de estómago se llevó a su padre, Alvin, cuando Jason apenas tenía 11 años. Él le había iniciado de niño en el mundo del golf y ahora le dejaba huérfano a una edad muy complicada.
Alvin era estricto y quien le marcaba los límites, pero tan pronto como falleció Jason se convirtió en un adolescente problemático amigo de las peleas y del consumo compulsivo de bebidas alcohólicas. Él mismo ha reconocido que se convirtió en un alcohólico con sólo 12 años.
Su madre, Dening, trabajaba todo el día para tratar de sacar adelante a Day y sus dos hermanas. Ella, una inmigrante filipina, fue clave para que su hijo no abandonara el golf.
“Recuerdo verla cortar el césped con un cuchillo porque no nos alcanzaba para una podadora”, rememoraba Day el día que ganó el US PGA. “Recuerdo que no teníamos calentador de agua, así que teníamos que usar una olla para bañarnos”.
En medio de dificultades económicas, su madre hizo una apuesta decidida por el talento golfístico de su hijo: consiguió una segunda hipoteca para financiar los estudios de Jason en la Kooralbyn International School, un internado con escuela de golf a siete horas de distancia de su familia, amigos y ex compañeros de borracheras. El centro educativo tenía la distinción de haber contado entre sus pupilos con la legendaria atleta australiana Cathy Freeman y el golfista Adam Scott.
"Fue muy fácil dejar de ir de fiesta porque no había nada más que hacer, excepto ir al colegio y el golf. No había literalmente nada a nuestro alrededor", dijo Day. "Así que yo estaba casi obligado a ir al colegio y al golf. Y me di cuenta de lo que mi madre había hecho, y que necesitaba una educación”.
Un libro sobre Tiger Woods que se encontró en la escuela, que hablaba de un joven Tiger que hacía regularmente rondas de menos de 70 golpes antes de cumplir los 15, motivó a Day para acarrear sus palos de golf más de una milla al campo de prácticas al amanecer para pegar bolas. Y allí conoció a otra de las grandes personas de su vida, el entrenador de la academia Colin Swatton, que se convirtió en su mentor y en su ‘padre adoptivo’ y con quien continúa en la actualidad.
"Practicaba 32 horas a la semana", rememoraba Jason. "Todo lo que hice fue ir a la escuela y jugar al golf. No hacía ninguna una vida social".
Mejoró rápidamente y en unos años se mudó a Estados Unidos para enrolarse en el Nationwide Tour, donde en 2007 se convirtió en el más joven –19 años y 7 meses– en ganar en ese circuito de acceso al PGA Tour, en el que debutó al año siguiente.
Y el 21 del pasado agosto el círculo virtuoso se completaba con su victoria en el US PGA. No podía ser más conmovedora la imagen de Day llorando en brazos de su caddy y luego junto a su familia (se casó en 2009, es padre de un niño y están esperando otro).
“Sabiendo lo difícil que fue lograr lo que logré hoy, o lo que he hecho en el pasado, pensando en mi madre, en mis hermanas, en cuando era un niño, un niño de 12 años… Yo creía que no tenía futuro, ni en el golf ni en general… Es simplemente una sensación increíble”.