En el corazón de la Costa del Sol, en Marbella, justo enfrente de su puerto más emblemático, Banús, y a unos escasos quinientos metros de él, en dirección a la montaña, se encuentra el no menos emblemático Valle del Golf. Cinco magníficos recorridos se dan aquí la mano: Los Naranjos, Las Brisas, La Quinta, Dama de Noche y Aloha. Juntos forman un espacio inigualable por la proximidad entre ellos y por la calidad de todos.

Aloha Golf Club, inaugurado en 1975 y diseñado por el prestigioso arquitecto vasco Javier Arana, es un campo que destaca de la media habitual y se sitúa entre los mejores que tenemos en nuestro país y en Europa. Con un mantenimiento impecable, el mimo y el cuidado que aquí se aplica a todo se acaba notando. Desgraciadamente ya no es habitual que se construyan campos así, sin casas, amplios, y en la mejor zona posible.

A mediados de febrero, en el momento de redactar esto, mientras la bermuda amarilleaba las calles de otros campos, aquí la resiembra reciente hacía que el verde de la hierba brillase en todo su esplendor.

En estos momentos Aloha ha emprendido un ambicioso proceso de reformas de la casa club, "que eran necesarias ya", dice Luis Navarro, su director, "porque después de tantos años, la entrada, el proshop, etc., no encajaban con los estándares de calidad se este club".

Quien visite ahora las instalaciones podrá ver lo avanzado de las obras, que estarán terminadas antes del verano. En los planes de la dirección está también ampliar la capacidad de los aparcamientos.

Cuando visité el campo me había citado para jugar con el director, porque se lo conoce al dedillo, aunque era consciente de las dificultades de jugar con él. Está más pendiente de los detalles, de corregir las "imperfecciones" que solo él ve, de saludar a sus socios, que de el juego. Así que fue casi un alivio que finalmente no pudiese acompañarme porque los preparativos del Open de Andalucía no le dejaban un minuto libre. Con algo más de seis años al frete de este club, Luís Navarro se ha hecho querer y respetar por todos.

En el check-in fui atendido por el caddiemaster, quien me recibió con una sonrisa, se aseguró de que tenía una tarjeta del campo y me deseó un buen juego. En algunos clubes de socios que permiten green fees limitados, los visitantes pueden a veces sentirse como “intrusos” que están siendo tolerados. Ni una sola vez tuve esa sensación durante mi jornada en Aloha; al contrario, todo el personal que conocí me hizo sentir más que bienvenido.

El tee del hoyo de apertura se despliega en cuatro niveles desde los marcadores blancos posteriores hasta los tees más avanzados, y una impresión inmediata es que el terreno está perfecto. El drive en este par 5 de 515 metros cae hacia un valle donde le espera una calle amplia, pero un hook desde el tee hará que la bola se pierda entre una gran cantidad de árboles. La calle, con una inclinación de derecha a izquierda, gira muy suavemente para encarar el green en la distancia. El gran peligro en este hoyo es un arroyo en el lado izquierdo, que comienza a unos 300 metros desde el tee y llega hasta el green. La superficie de pateo es muy grande, está ligeramente elevada y presenta una considerable caída de atrás hacia delante y de derecha a izquierda. El green está custodiado a la derecha por un gran bunker. La precisión en el approach es de suma importancia y se debe tener cuidado de no irse a la izquierda, donde el terreno desciende bruscamente y el agua acecha.

El segundo hoyo, par 4 de 310 metros, se juega también desde un tee elevado a un valle. El drive debe alcanzar unos 160 metros para cruzar un lago, mientras que otras dos extensiones de agua aparecen a la derecha, donde comen un poco la calle en la zona de caída, haciéndola relativamente estrecha. El lado opuesto de la calle presenta una gran pendiente, y unos pocos árboles, esparcidos aquí y allá, podrían causar problemas. El approach debe de ser largo mejor que corto porque el green, amplio, esté resguardado en su parte delantera por un bunker de buen tamaño.

El tercer hoyo mide 305 metros y se juega sobre una calle inclinada de izquierda a derecha.  Recientemente se ha corregido este hoyo trasladando olivos de la izquierda a la derecha de la calle y moviendo también su eje para eliminar el posible problema de que las bolas pudiesen llegar a las casas de la derecha. El green, estrecho pero alargado, está protegido por un bunker en el frontal izquierdo, pero hay más peligro a la derecha por la caída abrupta del terreno hacia una zona de hierba alta y, lo que es aún peor, un seto. La parte posterior no es mucho mejor y se puede acabar con una bola perdida entre una gran cantidad de tallos de bambú.

El cuarto hoyo es un par 3 de 185 metros que se juega desde un tee elevado a un green ancho, con un bonito telón de fondo formado por vetustos árboles de gran porte. Ambos lados de la calle están flanqueados por olivos, mientras que el green está bien protegido por bunkers por delante y por detrás.

El quinto es un par 5 de 440 metros con una calle muy ancha y alineada con árboles. En la distancia gira a la derecha, mientras que, a 240 metros desde el tee, acecha un gran búnker a la izquierda. Además del bunker, hay otro peligro en forma de agua que serpentea hacia el green, el cual presenta tres niveles y está protegido por bunkers a ambos lados.

Para el golfista que juegue Aloha por primera vez, el golpe de salida en el hoyo 6, par 4, supondrá una incertidumbre porque la calle gira bruscamente hacia la izquierda dejando al jugador sin la menor idea de los peligros que se encontrará más allá. A poco más de 200 metros desde el tee, hay un bunker a la izquierda de la calle y, si eso se puede evitar, la bola estará en posición absolutamente perfecta para pegar un pitching wedge a green. La alternativa es jugar a la derecha, dejando un segundo golpe mucho más largo. El green, muy grande y casi redondo, se inclina de derecha a izquierda y está resguardado por bunkers a ambos lados

El séptimo hoyo es un par 4 corto que mide sólo 309 metros y se juega, a través de una avenida de árboles, en una calle en subida. Desde la cima de la colina, la calle desciende drásticamente hasta un green situado en un valle. El green presenta una fuerte inclinación desde atrás hacia delante. Por la derecha la bola puede acabar cayendo en unos arbustos.

El octavo hoyo es un par 3 que se juega a un green en un valle. Hay que prestar mucha atención a las caídas de este green. Una ventaja de este hoyo es que no hay bunkers al acecho.

El último hoyo de la primera mitad del recorrido es otro  par 4 corto, de 299 metros. Se juega en subida en una calle amplia con gran inclinación de derecha a izquierda. A menos que se haga un buen drive, la bola podría rodar hacia abajo de la colina y terminar cerca del tee. Cerca de 50 metros antes del green, la calle desciende hacia el área de pateo. El green, de generosas dimensiones, está protegido por bunkers en la parte delantera, mientras que las flores en la parte posterior ponen un bonito toque de color. Un pequeño cartel en el chiringuito que hay detrás del green recuerda a los golfistas que hasta ese momento, incluyendo una parada en ese lugar, no deberían de haber pasado más de dos horas y diez minutos de juego. Hoy en día eso es más bien la expresión de un deseo.

 

Parada en el chiringuito

Tras los primeros nuevo hoyos del recorrido es obligado hacer una parada en el, probablemente, mejor "chiringuito de golf" de la Costa del Sol. Curro y Cristina, además de su hospitalidad desbordante te ofrecen la mejor tortilla de patatas de la zona. Y tomársela sentado frente al green del 9 y con el mar al fondo es impagable.

El hoyo 10 es un par 5 de 504 metros en donde el drive cae hacia un valle con un bonito paisaje forestal al fondo. Este hoyo recibe el nombre del arquitecto del campo, Javier Arana, y es en sí mismo una tarjeta de presentación de su maestría en el diseño de campos de golf. La calle, estrecha, con gran pendiente por la derecha, gira un poco hacia ese lado y luego se endereza. A 200 metros del green, la calle se separa en dos niveles distintos y el peligro inminente acecha: a la izquierda del nivel inferior, en forma de lago con una cascada. Hacia el final de su trayecto, la calle cae hacia un green custodiado a ambos lados por bunkers, mientras que el agua de la izquierda hace de ese lado una zona llena de peligros. Allí, bajo un agradable sol invernal, rodeado de árboles de todas las formas y tamaños, la paz y la tranquilidad que reinaban en derredor hacían del campo de golf un lugar paradisíaco.

El drive en el hoyo 11, par 4, es hacia abajo a un valle con una generosa zona de caída después de la cual la calle asciende, siempre tan pronunciada, en uno de los greens más pequeños encontrados hasta ahora. Es un hoyo anodino, sin nada destacable.

El 12 es otro par 4, de 365 metros, se juega desde un tee elevado hacia abajo a una zona de aterrizaje enorme y, aunque hay abundancia de árboles y arbustos, éstos se encuentran fuera de la calle. A la izquierda del camino de buggys, el terreno desciende hacia el agua, y una bola que cruce el camino corre el peligro de acabar en el líquido elemento. A 150 metros del green hay bunkers a ambos lados de la calle antes de que ésta caiga hacia el green en forma de riñón y protegido en la parte delantera izquierda por un gran lago. Se trata de un hoyo muy bonito y que compensa de sobra a su discreto predecesor.

El 13 es un par 3 con una pronunciada subida que requiere un golpe muy bueno  para superar con éxito los 190 metros que hay hasta el green. Lo que más define a este hoyo, cuesta arriba y muy largo, es su enorme algarrobo situado a la derecha del green (desde el tee, claro). Por supuesto, le da nombre al hoyo y, además, consiguió para Aloha el premio al Mejor Ejemplar Botánico de la Costa del Sol en 2006.

La pendiente es tan severa que las palmeras del fondo parecen estar tocando el cielo. El green, en dos niveles, está custodiado a la izquierda por un bunker, mientras que hay dos vetustos y grandes árboles a la derecha. Es un hoyo terrible y no tengo duda de que muchos jugadores sólo conseguirán el par con un pitch y un putt. Es raro encontrarse con un par 3 que sea handicap 1, pero en este caso ese índice está perfectamente justificado.

El 14 es un par 4 con una calle amplia que favorecerá al jugador que domine el  fade. Al fondo se alza una montaña majestuosa sobre el cielo azul. A un centenar de metros del green, la calle gira hacia la derecha y sube ligeramente hacia un green con un gran bunker a la izquierda. El green tiene unas pendientes muy, muy pronunciadas. Hay que ser todo un maestro para evitar el drama que pueden producir las caídas aquí. Llegar a la plataforma no es lo más importante en este hoyo.

El 15, par 4, es otro hoyo con una calle de generosas dimensiones con pendiente de derecha a izquierda. El telón de fondo de un bosque abunda la sensación de madurez que proporciona la jugador continuamente este campo de golf. A 150 metros del green, la calle gira a la derecha y desciende suavemente hacia el green, que está rodeado por todos lados por bunkers. Más peligro acecha en la parte posterior, con un obstáculo de agua.

El 16 es un par 5 que mide 475 metros y de nuevo presenta una calle muy abierto con pendiente suave de izquierda a derecha. A 100 metros del green hay bunkers, mientras que la parte delantera del green está celosamente resguardada por la arena.

El 17 es un par 3 que se juega a través de un valle a un green estrecho pero profundo rodeado de altos árboles, mientras que la protección adicional es proporcionada por inmensas extensiones de arena.

El acceso al último hoyo de Aloha se obtiene al pulsar un botón que abre las puertas de seguridad a una carretera que conduce al tee final del recorrido. De pie en el tee, la vista se dirige de inmediato hacia un gran lago a la izquierda con una fuente que impulsa el agua a unos 10 metros hacia el cielo. A unos 180 metros del tee y en el centro de la calle hay un peligroso bunker, tras lo cual la calle desciende hacia un valle antes de subir de nuevo hacia un green de buen tamaño lleno de montículos y hondonadas y rodeado por bunkers. Si el approach termina en el nivel incorrecto del green, no descarte pegar hasta cuatro putts. Hay dos asientos de madera en la parte posterior del green, donde los que tienen un retorcido sentido del humor pueden sentarse un rato a ver cómo un jugador tras otro se desespera en este green tan traicionero.

Así llegó a su fin mi recorrido en un campo muy bien presentado e impecablemente mantenido. Al terminar la ronda, uno se queda con la sensación perdurable  de un campo que rezuma madurez en todo momento y cariño a cargo del ejército de greenkeepers que encontré durante mi visita.

Después de una ducha en los palaciegos vestuarios ya mencionados me dirigí al restaurante para degustar un suculento tentempié a un precio muy razonable. La profesionalidad del camarero, atendiendo con prontitud y eficacia, coronó un día memorable en un campo de golf inolvidable.

Aunque Aloha se encuadra en el grupo de campos caros, el servicio que ofrece bien podría ser utilizado como un criterio por otros campos de la zona que no cumplen con los estándares de calidad necesarios para mantener la Costa del Sol a la vanguardia del segmento turístico del golf. La gran mayoría de los golfistas saldrá completamente satisfecho después de haber pagado los euros adicionales asociados a una experiencia de primera clase como la proporcionada por este espléndido campo del Valle del Golf de Marbella.

Aparte de por la calidad intrínseca de su campo, Aloha, la obra póstuma de Javier Arana, inaugurado en 1975, destaca por su historial como sede de importantes torneos, entre los que se incluyen los Open de Andalucía del Circuito Europeo de 2007, 2008 y 2012.

 

LO QUE DICEN LOS JUGADORES FAMOSOS

 

Lee Westwood

Ganador del Open de Andalucía 2007

“Aloha es un campo tradicional donde en vez de utilizar el drive y darle como un cañón, es más conveniente usar la cabeza y otros palos de la bolsa. Los jugadores agradecemos un campo que nos haga pensar. Los pares 3 son difíciles pero muy buenos”. El inglés batió el record del campo durante la segunda vuelta del torneo, estableciéndolo en 64 golpes”.

 

Thomas Levet

Ganador del Open de Andalucia 2008

“El campo de Aloha estaba predestinado para mí, lo jugué por primera vez en el año 83 con mi club y quedamos terceros, y en el 86 volví al Internacional Amateur de España. Es un campo que siempre me ha encantado y, cuando gané el Open de Andalucía, parecía hecho especialmente para mí”.

 

Miguel Ángel Jiménez

Responsable de la organización

del Open de Andalucía 2012

“Aloha siempre está en magníficas condiciones. El campo no es largo, pero es muy técnico, y su equipo de mantenimiento es fantástico. Le tengo un especial cariño y mantengo una relación muy estrecha con Aloha, un club con gente estupenda, donde en el 89 gané el mixto Benson & Hedges con Xonia Wunsch, y el Campeonato de Andalucía Individual y por parejas. Mi gran amigo Andrés Jiménez (actualmente director deportivo, que ha sustituido a José Luis Mangas) y yo empezamos a jugar juntos a mediados de los 80, y para su padre, que dedicó toda su vida al club, yo era como un segundo hijo”.