Hace un par de años saltó a la palestra informativa un zorro que se entretenía robando las bolas en un campo de golf antes de que los jugadores llegasen hasta donde las habían mandado. Ahora es otro zorro el protagonista, y esta vez por quitarle a un jugador la funda de un palo que estaba sobre el césped mientras el golfista golpeaba.

Al percatarse del robo, el jugador sale tras el animal, que suelta la funda. Tras recuperarla, el golfista la arroja de nuevo al suelo, y el zorro, que por lo visto no tiene ningún temor a los humanos, se acerca de nuevo y vuelve a llevársela. El hombre vuelve a perseguir al pequeño mamífero y recupera de nuevo la funda. Pero la película no acaba ahí, ya que el zorro vuelve a la carga y con no muy buenas intenciones, ya que empieza a perseguir por el campo al jugador, incluso cuando éste echa a correr para alejarse del animal.

La historia, convenientemente filmada con el móvil por uno de los compañeros de juego del golfista asediado, no pasó a mayores y se ha producido días después de que se trascendiera que un canguro de gran tamaño persiguió a unos golfistas mientras practicaban su deporte favorito en un campo australiano y les obligó a montarse a toda prisa en un buggy para poner tierra de por medio y huir del enfadado marsupial.

Hasta ahora lo habitual era tener precaución con los caimanes y cocodrilos que habitan en torno a numerosos campos de golf de Florida, pero, visto lo visto, habrá que andarse con ojo con todo tipo de animales cada vez más aficionados no al golf sino a los golfistas.