Aunque fue el escocés Sam Torrance el jugador que escenificó con su victoria sobre Andy North en el último hoyo de The Belfry el histórico triunfo de Europa sobre Estados Unidos, lo cierto es que fueron los españoles los que cambiaron el rumbo de una Ryder Cup que hasta entonces tenía un sólo color: el de Estados Unidos. Tuvieron que pasar 28 años para que los europeos arrebatasen la famosa copa a sus rivales norteamericanos. Ocurrió en 1985.

La aportación española fue decisiva en el triunfo de la selección europea sobre la de Estados Unidos en la Ryder Cup que se disputó ese año en The Belfry, Sutton Coldfield, Inglaterra. En esta competición bienal inaugurada en 1927 y que empezó enfrentando a los equipos de Estados Unidos y de Gran Bretaña (luego también de Irlanda), el dominio norteamericano había sido arrollador a lo largo de sus 58 años de historia. Hasta 1979, en que el equipo de Europa incluyó ya a jugadores de toda Europa, únicamente se registraron tres victorias británicas, la última en 1957, por 18 estadounidenses. Siguieron tres nuevos triunfos norteamericanos, pero en 1985 el equipo europeo, en el que figuraban cuatro españoles (Ballesteros, Piñero, Cañizares y Rivero), impuso esta vez su gran juego.

La edición de 1985 marcó un punto de inflexión en la historia de la Ryder Cup. Puso fin a casi tres décadas de dominio estadounidense e inauguró la hegemonía europea, que desde entonces ganó 11 de los siguientes 16 encuentros. Para los libros quedó el putt de ocho metros de Sam Torrance en el 18, que significaba su triunfo ante Andy North y colocaba a Europa seis puntos por delante con sólo cinco partidos por jugar. Pero según el propio Torrance, el punto de inflexión de aquella Ryder, y quizá de la historia de la competición, se había producido unas cuantas horas antes. Y el protagonista fue el español Manuel Piñero.

Así contaba Torrance a la CNN lo que sucedió en el cuarto de jugadores del equipo europeo el sábado por la noche: “Prácticamente ninguno queríamos jugar contra Lanny Wadkins, que era el mejor en los individuales. Piñero se levantó de su asiento y gritó: ‘Yo quiero jugar contra él’. Wadkins era la megaestrella del momento y Piñero le ganó. Imagínese lo que supuso para los 11 que teníamos que jugar después. Fue magnífico”.

Lo que se avecinaba en The Belfry ya se barruntaba en la edición anterior del torneo, la de 1983 disputada en el PGA National de Palm Beach Gardens, Florida, cuando Europa estuvo muy cerca de acabar con la imbatibilidad de Estados Unidos en la Ryder Cup. El equipo capitaneado por Jack Nicklaus se impuso finalmente por un sólo punto (14,5 a 13,5) al dirigido por Tony Jacklin. Era la decimotercera victoria consecutiva de los norteamericanos.

Pero vayamos al torneo de 1985. El equipo visitante estaba capitaneado por Lee Trevino y compuesto por Andy North, Hubert Green, Curtis Strange, Lanny Wadkins, Raymond Floyd, Calvin Peete, Mark O’Meara, Craig Stadler, Hal Sutton, Peter Jacobsen, Tom Kite y Fuzzy Zoeller.

Por parte europea y bajo la capitanía de Tony Jacklin, jugaron Seve Ballesteros, Manuel Piñero, José María Cañizares, José Rivero, Sandy Lyle, Sam Torrance, Ken Brown, Nick Faldo, Ian Woosnam, Paul Way, Bernahrd Langer y Howard Clark, esto es, cuatro españoles, tres escoceses, tres ingleses, un galés y un alemán. Faldo, Rivero y Brown fueron los jugadores elegidos por el capitán para formar parte del equipo al no haberse clasificado directamente para el torneo.

Los foursomes y four-ball del primer día, el viernes, acabaron con una ventaja americana de 4,5 a 3,5  tras espléndidas actuaciones de los españoles, con victorias por la mañana y por la tarde del tándem Seve/Piñero y un empate por la tarde de Cañizares/Langer.

Los partidos del sábado, four-ball matutinos y foursomes vespertinos, se saldaron con sendas ventajas en el marcador para los europeos, con un resultado acumulado global de 9 a 7 a favor de los locales.

Con esos dos puntos de ventaja se llegó a los decisivos cara a cara, los singles, del domingo, los doce puntos que inclinarían la balanza del triunfo hacia uno u otro lado del Atlántico.

Piñero abrió el baile ante el temido Watkins, a quien derrotó por 3&1. Le siguió el duelo Woosnam/Stadler, que resolvió este último a su favor por 2&1. Way se deshizo a continuación de Floyd por 2 arriba, y luego Seve empató con Kite. El marcador lucía en ese momento 11,5-8,5. A Europa le faltaban 3 puntos para acabar con la hegemonía estadounidense en la Ryder Cup. Lyle derrotó a Jacobsen por 3&2 y Langer vapuleó a Sutton por 5&4. Quedaban seis partidos y bastaba un punto para que Europa cantase victoria.

Era el turno de Torrance y el escocés tuvo el honor de sumar ese punto al imponerse por 1 arriba a North. La gesta estaba consumada. Clark y Cañizares cosecharon otros dos puntos para su equipo (Rivero y Faldo perdieron ante Peete y Green respectivamente) y el marcador final se quedó en 16,5 frente a 11,5. Europa, por fin, tomaba el mando de la Ryder Cup.