¿Será a la tercera la vencida? El equipo europeo tendrá en septiembre la oportunidad de arrebatar a sus rivales estadounidenses el título de campeonas de la Solheim Cup que las norteamericanas poseen desde 2015. El campo de batalla de esta cita bienal será el escocés PGA Centenary Course de Gleneagles, donde se libró en 2014 otra incruenta pero también emocionante lucha: la de la Ryder Cup, en la que Europa resultó vencedora y retuvo el título. Las chicas capitaneadas por la escocesa Catriona Matthew y Juli Inkster tienen el 13 de septiembre una cita con la historia en Gleneagles. De momento, hay dos españolas entre las clasificadas provisionales: Carlota Ciganda y Azahara Muñoz.

Incluso para el inconmensurable campeón ganador de 18 grandes y aclamado diseñador de campos Jack Nicklaus, el PGA Centenary Course fue un desafío. Tenía que ser un campo realmente genial, ya que se encuentra en el corazón de Escocia, cuna de este deporte. Afortunadamente, el Oso Dorado vio colmadas todas sus expectativas cuando vio por primera vez la finca donde materializaría su encargo. La definió como “el mejor terreno del mundo que me han dado para hacer mi trabajo”.

Habría de ser un desafío sobresaliente, un campo que pusiera a prueba a los mejores profesionales, a la vez que, en la inmortal frase de Bobby Jones, “ofrece problemas que un jugador puede intentar resolver de acuerdo con su habilidad... que nunca desespere al principiante ni esté falto de preocupaciones e interés para el experto“.

El PGA Centenary Course, estrenado en 1993 y objeto de una renovación en 2012 enfocada al acogimiento de la Ryder Cup de 2014, es el campo más moderno de los tres del resort Gleneagles Hotel (el King’s y el Queen’s Courses datan ambos de1919, mientras que el hotel fue inaugurado en 1924). El escenario de la próxima Solheim Cup es un ejemplo perfecto de cómo combinar el diseño de campo escocés y uno estadounidense, con grandes zonas de rough y amplias calles. El PGA Centenary Course es un clásico moderno y su diseño fue un desafío enorme incluso para un arquitecto de golf tan aclamado como Nicklaus.

El trazado, par 72 de 6.671 metros (el campo escocés de interior más largo), tiene cinco tees en cada hoyo y, con muchos de los greens protegidos en la parte frontal, la clave para lograr una puntuación baja en este campo está en los approachs. Una característica destacable del PGA Centenary Course, son las vistas de la espectacular campiña en la que se encuentra el resort Gleneagles. Desde el green del hoyo 2, el jugador se maravilla ante el exuberante panorama del paisaje de Perthshire, con las montañas como telón de fondo.

Si quiere disfrutar como espectador del PGA Centenary Course durante la Solheim Cup aún está a tiempo de hacerlo porque todavía hay entradas disponibles. Para el vienes y el sábado, el precio es de 40 libras (44 euros) por día, y para el domingo cuesta 50 libras (55 euros). El pase para todo el torneo, incluida la ceremonia de apertura del miércoles 12, vale 120 libras (133 euros). Las entradas (hay más opciones que las citadas) pueden adquirirse a través de la página web oficial del evento: solheimcup2019.com.

Si, como es normal, uno quiere jugar el campo diseñado por Nicklaus, el precio no es disparatado, ya que, dependiendo de la época del año, cuesta entre 80 y 250 libras (88 a 277 euros). Lo más caro es precisamente la quincena posterior a la Solheim Cup, del 16 al 30 de septiembre.

TODO EMPEZÓ CON EL FERROCARRIL

La Gran Gala Inaugural del Hotel Gleneagles se celebró el 7 de junio de 1924, pero su historia comenzó 14 años antes de ese día trascendental. En 1910, Donald Matheson, director general de la Compañía de Ferrocarriles de Caledonia, estaba de vacaciones en Strathearn. Su línea ferroviaria atravesaba el valle y, como era la época de los “Grandes Hoteles”, se sintió tan impresionado por el paisaje circundante de Escocia que evocó la visión de un gran hotel tipo country club, construido al estilo de un palacio que proporcionaría ocio en forma de golf para el público viajero. En 1913 se constituyó la sociedad Gleneagles Ltd para construir y gestionar el hotel y los campos de golf, pero la I Guerra Mundial hizo que se paralizase el proyecto.

Tras el conflicto bélico, Matheson encargó a James Braid, ganador de cinco Open Británicos entre 1901 y 1910, el diseño de los campos King y Queen, que se estrenaron en 1919. El hotel tardaría aún unos años en completarse y finalmente se inauguró en 1924. Las crónicas de la época lo describieron como “una Riviera en las Highlands” y “la octava maravilla del mundo”.