“EN ANDALUCÍA SOBRAN ALGUNOS CAMPOS DE GOLF"

Salvador Álvarez, Varo para sus muchísimos amigos, es, pese a que tampoco es tan viejo, uno de los veteranos del golf andaluz. Gerente desde hace más de veinte años del Guadalhorce Club de Golf, ha dedicado una buena parte de su actividad profesional a la docencia, a llevar a la universidad todo lo que se necesita saber para gestionar una sector tan importante como este del golf.

Ha sido presidente durante años de la Asociación de Gerentes de Golf de Andalucía (AGGA), que ahora se ha transformado en Española.

–¿Cuántos gerentes componen la asociación?

–En Andalucía somos 96 y en breve, puesto que la asociación ha adquirido carácter nacional recientemente, esperamos ser unos 170 o 180.

>–En esta región prácticamente la totalidad de los gerentes están en la asociación...

–Así es, casi todos los campos están representados.

–Este tipo de asociaciones ¿son útiles?

–Sí, por supuesto. Yo creo que los gerente debemos tener una asociación porque somos ‘la burocracia del golf’, los que nos encargamos de que todo funcione.

Con las posibilidades informáticas que tenemos ahora, de comunicación, etc., esta asociación nos pone en nuestras manos unas opciones infinitas de interconexión, de intercambio de experiencias y opiniones.

A través de Manuel Lozano, nuestro gerente, que nos aglutina, hemos constituido herramientas muy válidas de trabajo.

Estar asociado, por otra parte, hace que nos hagan un poco más de casa, que tengamos más peso, que nos valoren un poco más, tanto federaciones y administraciones como proveedores y quizás muchos presidentes deberían valorar mas la importancia a nivel de eficacia que tenemos los asociados.

–¿Es esta asociación una especie de sindicato?

–No. No tenemos un sentido digamos reivindicativo de nuestros intereses, pero sí constituimos un grupo de apoyo mutuo. Somos corporativistas, de alguna manera. Si tengo un problema de gestión, de campo, etc., hago una consulta entre los socios y en unos minutos tengo respuestas y soluciones a todo. Además la asociación nos permite conocernos y sobre todo relacionarnos con cierta asiduidad.

–¿Cuáles cree que son los males del golf andaluz?

–Nos hemos vuelto un poco locos, y el golf en Andalucía está viviendo una burbuja semejante a la inmobiliaria. Al deporte del golf le han salido muchos granos, y los granos son el ladrillo.

¿El golf como deporte es exclusivamente negocio? No. ¿Y dónde está el negocio? Pues en el ladrillo. Lo que ocurre es que se han hecho muchos malos campos de golf sin tener en cuenta nada más que el aspecto inmobiliario. Lo de hacer campos sólo para justificar la venta de viviendas ha hecho que hayamos roto el destino tan magnífico que teníamos.

Desgraciadamente, en muchos países estos campos de tercera y cuarta fila están desprestigiando nuestra imagen.

–¿Qué propondría para resolver al menos estos problemas que menciona?

–Para contestar a esta pregunta sin ofender a nadie, debo aclarar que considero campo ladrillo- jardín a todos aquellos que desde el día de su diseño estaban concebidos para acompañar y embellecer una promoción y desde el principio la propiedad pasó tanto de ellos que cedían o mal arrendaban su gestión. Sin embargo, hay campos de promociones en los que la propiedad siguen preocupándose por mantener su campo y solucionando a diario los problemas que surgen por tener viviendas cercanas. Estos últimos merecen todo el respeto; si un campo lo defiende y gestiona la misma promotora que lo hizo, al final acaban solucionando sus problemas y llegan a entrar dentro de un ranking de calidad muy aceptable.

Lo de los campos ladrillo-jardín tiene poca solución. Espero que esta burbuja le sirva a muchos alcaldes para darse cuenta de que el golf, de cualquier forma, no es la “varita mágica” de la convocatoria de ventas elitistas ni de creación considerable de empleo.

Creo que hay que cambiar los métodos de promoción, no seguir haciendo lo que se ha hecho durante los últimos años. Utilizar las nuevas tecnologías, montar una central de reservas. Hay muchas cosas que se pueden hacer en el terreno informático. Coger el toro por los cuernos en invertir en esto.

Y desde luego, si continua mos permitiendo hacer campos-ladrillo o campos-jardín, seguiremos dando una oferta falsa. Una oferta no para jugar a golf, sino a otro deporte.

Me gustaría señalar también un aspecto que considero importante y por el que vengo luchando casi veinte años: la señalización de los campos de golf en las carreteras.

¿Por qué no podemos tener señalizados los campos y sí se señalan muchas playas, playas que son auténticas verguenzas, hoteles y otros establecimientos? La gente se pierde. No hay nada que indique salida al campo tal o cual... Que no pongan el nombre si no quieren, pero que señalen que por ahí se va a un campo de golf, y el simple paso por la carretera, de cualquier turista, denote la cantidad de campos que tenemos. ¿Cómo se puede llamar la Costa del Golf y no estar señalizado, en carreteras, ningún campo?

––¿Sobran campos en Andalucía?

–Sí, yo creo que sobran campos. Nadie va a considerar que el que sobra es el suyo. Pero sí, yo creo que sobran campos. Esos de los que hablábamos antes. Debería de haber menos campos y mejores, que de verdad sean campos para el deporte y la práctica del golf. Todos los que nos dedicamos al sector de forma profesional conocemos perfectamente la lista de campos sobrantes.

Son campos (los del ladrillo) que además no dan puestos de trabajo. Yo conozco alguno con tres o cuatro empleados. Mientras que un campo que se precie cuenta con entre treinta y cuarenta.

¿Sobran campos? Pues mire usted: si no crean puestos de trabajo, consumen un agua preciosa, ponen unos precios para hacer una competencia desleal, pues sí, sobran. ¿Sabe los campos que yo creo que sobran? Pues insisto en lo mismo: todos aquellos que cuando los construían estaban buscando a alguien que se quisiera quedar con ellos, porque no eran más que una obligación o una excusa para hacer un número de viviendas determinado. Yo obligaría a los que construyen campos a que los explotaran durante veinte años, y seguro que se cuidarían más de hacerlos como es debido. Pero si desde el principio se desentienden de ellos, pues van a lo fácil, a ahorrar, a encajar las calles, a hacer terrenos de juego que no se les puede llamar campo de golf plenamente.

–¿Damos un buen servicio a los golfistas?

–Creo que sí, en general. Ahora, como siempre, depende del número de empleados del club, de si son suficientes o no para tener un buen mantenimiento, un buen restaurante o para que la recepción funcione, etc. Por supuesto, todo es mejorable.

–Las administraciones ¿conocen y entienden la industria del golf?

–La desconocen de una forma grave, diría yo. Con excepciones, por supuesto, pero minoritarias. Y nunca entenderé por qué no cuentan con ningun sector reconocido de profesionales del sector. El único estudio del que tengo constancia que manejaba Fomento Andaluz lo había realizado la empresa de un conocido compañero de Madrid que, con todos mis respetos, deja mucho que desear y denotaba una preocupante imprecisión en los datos.